viernes, 2 de julio de 2010

Cap. 7: Mañana...


Me levanté de la cama con prisa. Quería desayunar pronto para que me diese tiempo de ordenar mi habitación antes de ir al instituto. Pero, gracias a mi siempre oportuna torpeza, se me enredó el pie en la colcha y caí de bruces al suelo. Bonita manera de empezar un buen día. Bueno, nada me va a estropear el día pensé. Ahora me doy cuenta de lo ingenua que fui. Fui a baño y sonreí a mi reflejo del espejo. Tenía el pelo muy alborotado. Cuando puse cada tirabuzón en su sitio, volví a sonreír satisfecha a esa chica que tenía enfrente y se parecía tanto a mí.

Me vestí todo lo rápido que se puede vestir una chica medio dormida y bajé corriendo las escaleras, teniendo cuidado de no tropezarme con mis propios pies. Desayuné mucho más rápido de lo que me imaginaba y antes de darme cuenta ya me encontraba ordenando mi habitación. Cogí la mochila llena de libros y me cepillé los dientes. Bajé corriendo las escaleras y abrí la puerta. La cerré tras de mí y cuando pisé el felpudo sonó un crujido de papel.

Me quedé paralizada. Bajé la mirada hacia el suelo. Perfecto. Si mi día había empezado bien, iba a mejor.

Cogí el sobre y lo abrí. Saqué la nota y la desdoblé. Tenía los bordes rasgados y parecía más antigua que el sobre, como si hubiese sido metida allí años después de haberla escrito. Dentro, con una caligrafía que me sonaba de la anterior carta, decía:

“¿Por qué te asustaste ayer por la tarde? Pobrecita. Esta noche te llamo.”

Tiré la nota al suelo, con cierto desprecio. Esta vez no estaba asustada. Más bien, tenía curiosidad. ¿Cómo se supone que una persona, a la que no había visto (y creo que tampoco conocido), tenía mi teléfono?

Una cascada de ideas llenó mi cabeza mientras el autobús me llevaba al instituto. Ni siquiera necesité música para que el trayecto se me hiciese más corto. Las piezas no encajaban. ¿Tendría algo que ver con Alex?

Entré en el edificio buscando mi clase. Todo estaba cambiado. De un día para otro habían despejado el hall y quitado un bloque de taquillas medio rotas, y estaban instalando unas nuevas. No podía faltar la horterada de nuevos colores, que por supuesto, no pegaban los de unas taquillas con los de otras (morado y amarilla, por si queréis saberlo). Pasé de largo por aquella zona y fui a clase.

Cuarta clase: trigonometría. Allí estaba esperándome una de las peores clases de mi vida con Heather y Noah.

Hoy no se habían sentado en su sitio habitual. Habían adelantado dos puestos y estaban delante de mi mesa. Me senté esquivando la zancadilla de Noah. Chasqueó la lengua con un gesto de disgusto. Esperé a que llegase el señor Watering.

La clase pasaba sin las tonterías de mis queridísimas Hermanas Monster, cuando sonó un anuncio por megafonía:

“Abbie Launder, al despacho del director”

Un montón de caras extrañadas se giró para mirarme. Seguramente la mía tenía una expresión parecida porque nunca me habían mandado allí. Era muy extraño. No había hecho nada malo –voluntariamente… Heather sonrió con maldad hacia mí.

En ese momento me di cuenta de que no me había encontrado con Coby ni una sola vez en toda la mañana.

2 comentarios:

  1. Holaaaaaaaa¡¡¡¡ me he leido todos los capitulos y nena, tienes talento. A ver si sigues escribiendo y acabas esta incteible historia¡¡ x cierto en quien t inspirastes para crear a Coby??? jajajajajaja t quiero guapa Bsss
    Psdt: mira tu e-mail xfa¡¡
    Tu Lolia.

    ResponderEliminar
  2. celiaa, sigue a si cariño me encantaa :)

    ResponderEliminar