domingo, 23 de mayo de 2010

Cap. 4: Vino a verme


Me acerqué al teléfono con un poco de temor. Seamos sinceros, estaba horriblemente asustada. Lo agarré y le dí a descolgar. Me acerqué el auricular al oído pero no oí nada extraño. Estaba muy concentrada intentando detectar algún sonido que no encajase con el profundo silencio que invadía el otro lado del teléfono. Justo antes de que la línea se cortase, se oyó a alguien llamar a la puerta. No quería que se repitiese lo del otro día. Si me volvía a encontrar un sobre morado encima del felpudo, iba a correr hasta las escaleras y encerrarme en mi habitación hasta que un meteorito acabase con todo indicio de raza humana.

Aún así seguí caminando, lentamente pero caminando, hasta la puerta. Ahora mismo maldecía al antiguo dueño de la casa por no haber puesto una mirilla en la puerta. Abrí el pomo con mucho cuidado. Me asomé y lo primero que hice fue mirar hacia abajo. Allí no había ningún sobre. En su lugar, había unas deportivas blancas. Miré hacia arriba para ver quien había llamado a mi puerta y vi a Coby. Tenía esa sonrisa tan bonita en la cara. Me puse roja como un tomate y no supe que decir. Coby sonrió aún más y yo solté una risa nerviosa. ¿Qué podía hacer si no?

Le invité a pasar y entró un poco cauteloso. Quería decirle “No muerdo, ¿eh?” Pero me hubiese arrepentido de decir esas tonterías. No estaba segura de que le gustasen esas bromas.

--- Mmm, ¿quieres tomar algo?

--- No gracias --- ¿era yo, o estaba preocupado? Su cara no reflejaba mucha alegría, pero no me quería meter en su vida.

Le dije que se sentase en el sofá y me hizo caso sin ni siquiera mirarme a la cara. Me senté a su lado intentando descifrar su expresión, pero no lo conseguía. Poco después su cara cambió por completo. Parecía muy contento de repente, en vez de concentrado con el ceño fruncido. Sus ojos verdes se iluminaron mucho, pero después de mirarme con esperanza, se volvieron a apagar, aunque no estaban tan opacos como al principio.

--- Tienes una casa muy bonita --- me dijo sonriendo.

--- Gracias. Mi madre tiene un don especial para la decoración. Eso sí, la cocina no le quedó muy bien que se diga. ¿Quieres pasar a verla?

--- Buf, no. Vengo andando desde mi casa y este sofá es muy cómodo. No te importa que haya venido a verte ¿verdad?

¡¿Ha dicho que ha venido a verme?! De repente olvidé todo lo malo que me había pasado. Por fin había alguien que quería estar conmigo, y (creo que) nadie le había sobornado.

--- Eh, mmm, no, pues claro que no. Me alegra que alguien pase por mi casa, en el centro de ninguna parte, y que no sea para ver a mi madre por negocios.

--- No será para tanto. No me creo que no tengas ningún amigo. Eres muy simpática y…

Otra vez la música. Ese tono de móvil. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y miré con cara asustada a Coby. Se extrañó.

--- ¿No lo vas a coger? --- le miré como a un loco. El problema era que él no sabía nada de lo que pasaba y la musiquita seguía sonando.

Me levanté y fui a la cocina. El móvil seguía estando donde lo había dejado: encima de la mesa de donde me acaba de tomar la lasaña.

--- Coby, ¿te importaría cogerlo a ti? --- ahora era él el que me miraba a mí como a una loca --- por favor…

Lo cogió. Sin mirar la pantalla le dio a descolgar y se lo puso junto al oído. Puso cara de concentrado y aún así estaba adorable. Creo que fueron los tres minutos más largos de mi vida.

--- He oído… una voz. Preguntaba por ti y luego ha colgado.

Volvieron las preguntas que hacía unos momentos se habían ido al hablar con Coby. No podía soportarlo y me eché a llorar.

1 comentario:

  1. Me ha encantado este capitulo aunque es un poco corto...
    Sigue así, el misterio continua...
    jajaja XD
    Ahora mismo me leeo el siguiente.

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