Me levanté de mi sitio temblando. Respiré hondo una vez y me encaminé hacia la puerta de clase. Todos me seguían mirando con esas caras tan estúpidas. Abrí la puerta y la dejé entreabierta mientras me dirigía al despacho del director Tell. Solo había entrado allí una vez porque un chico tiró una piedra al váter y yo lo había visto (vamos, de testigo), pero no me acordaba bien.
Llamé a la puerta con cierta vacilación esperando la ronca voz del director a través de la madera. Cuando la oí, abrí la puerta mirando al suelo y casi no me atreví a cerrarla. Cuando sonó un crujido, adelanté dos pasos y levanté la cabeza del suelo. Benjamin Tell había cambiado demasiado desde la última vez que le había visto: estaba totalmente calvo y una barbilla muy pronunciada sobresalía sobre todo. Unas gafas muy sencillas examinaban todo lo de su alrededor y además tenía un enorme lunar en su mejilla izquierda al que no podía dejar de mirar.
Levantó la vista del papeleo que tenía sobre su precioso escritorio de roble y se ajustó las gafas un poco sobre la nariz. Sus ojos marrón cálido le daban un aspecto afable y bonachón. Me relajé lo bastante para no dar un brinco cuando me invitó a que me sentara. Mis pasitos iban acompasados a los latidos de mi corazón. Me senté en la cómoda silla a trancas y barrancas. La verdad es que era un verdadero cambio de las incómodas sillas de case a esta. Que bien, acolchadita…
--- Señorita Launder --- su saludo me sacó de mi ensimismamiento y me tensé un poco de nuevo y él frunció el ceño. --- ¿se encuentra bien?
--- Eee, sí, perfectamente --- forcé una sonrisa aunque yo creo que me temblaba un poco la comisura del labio.
--- Bueno, la he mandado llamar por algo que usted debería saber. Está enterada ¿no? --- el corazón me dio un vuelco. No sabía cómo reaccionar. ¿Qué se supone que tenía yo que saber? No me había metido en ningún lío en todo el año… ¿Qué estaba pasando?
--- Lo siento, pero no se de que… de que habla…
--- Bueno, pues me alegra que yo le dé la noticia --- ¿? ¿Que le alegra? Definitivamente, estoy totalmente perdida. --- ha recibido una beca de estudios en la universidad de Oxford debido a su alto nivel en inglés. Sabemos que le queda mucho para tomar la decisión de aceptarla, pero en Oxford no se andan con pequeñeces y deseaban dársela ya.
--- Wow --- no sabía qué decir. Me había quedado en blanco. Yo no me esperaba ninguna beca, y menos de Oxford, y menos ahora.
--- Bueno, ahora que ya está todo, puede volver a su clase. Que pase un buen día.
Me incorporé y salí del despacho sin respirar. Cerré la puerta tras de mí y suspiré. Me deslicé hacia el suelo apoyándome en la pared. Ordené mis pensamientos. Lo único que me importaba ahora era la ausencia de Coby.
Cerré los ojos muy fuerte y me levanté para ir a clase antes de que termi…
Riiiiiiiiiiiiiiiiiiing
Mierda. Demasiado tarde. Corrí hacia clase antes de que todo el pasillo se llenase de gente para coger mi mochila. Y cuando salí con ella le vi. Iba a su clase de filología. Un momento… ¡yo también tenía clase de filología ahora!
Seguía a Coby de muy cerca, pero de repente desapareció ante mis estupefactos ojos. Entré en la clase para ver si estaba allí pero tampoco. ¿Dónde se había metido?
Justo entonces volvió a sonar el timbre y no me dio tiempo a ver si todavía estaba fuera porque entró la señorita Sigoiu.
--- Venga chicos, ¿es que no habéis oído el timbre? Sentaos.
Mientras ella pasaba lista me dediqué a mirar por la ventana. Era imposible que Coby hubiese desparecido delante de mí. ¿Y si todo eran imaginaciones mías? ¿Y si Coby estaba en casa y no había venido en todo el día? A decir verdad, mi imaginación ya me había jugado malas pasadas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario