jueves, 13 de mayo de 2010

Cap. 2: Llamada inesperada


Guardé la nota en el cajón de mi escritorio donde también había guardado el móvil y me intenté olvidarme de todas las cosas tan extrañas que me habían pasado ese mismo día. Todo me iba bien hasta hacía ¿cuánto? ¿Tres días? Era muy agobiante y, como he dicho antes, parecía irreal.

Saqué el libro de química y me introduje en el (odiado por todos) mundo de la composición de los elementos.

Terminé de hacer los deberes antes de lo que pensaba. Eran las seis y media y tenía casi toda la tarde por delante, así que bajé e hice un poco de zapping hasta que ya había visto el canal 27… veintisiete veces. Apagué la televisión y estuve sentada y ensimismada hasta que me di cuenta de que volvía a pensar en Alex, así que subí las escaleras para darme una ducha y puse en el lector de CDs que me regaló mi madre por mi cumpleaños un disco de los éxitos del año pasado que todavía estaba sin estrenar.

Mi madre llegó a las ocho, mientras yo estaba en el ordenador buscando mi nombre (sí, sé que es de idiotas, pero es que no tenía nada con lo que entretenerme…)

--- Cariño, ¿qué quieres para cenar?--- me preguntó desde la puerta de mi habitación.

--- Mmmm, creo que con un sándwich vege

tal

voy bien.

--- ¿Lo quieres con pollo?

Eso me dejó un poco… aturdida. ¿Desde cuando los sándwiches vegetales llevan pollo? Que yo sepa, los pollos no crecen en las plantas… que yo sepa.

--- No, mejor sin pollo, mamá.

Mi madre es una madre bastante normal. Se preocupa mucho por cómo estoy y como os he dicho antes, se deprime si me ve ensimismada y triste así que fingí una sonrisa. Creo que no convencí a mi madre de que estaba contenta. Me miró con los ojos entornados y se fue a preparar mi ‘’cena’’.

Después de tomarme mi súper sándwich y hablar un poco con mi madre de lo que había hecho esa tarde, subí a mi habitación y abrí mi armario para sacar el pijama y me encontré el móvil lila y en la pantalla había un mensaje.

Cogí el móvil para ver qué ponía.

“Abbie llamando’’

--- ¡¿Qué?! --- grité tanto que mi madre lo oyó y subió corriendo las escaleras para ver qué me pasaba.

--- Cariño ¿qué…? --- mi madre se quedó tan extrañada como yo, pero no por ver cómo yo estaba llamando (supuestamente) a un móvil que me había encontrado, sino por verme con un móvil que no era el mío --- ¿de donde has sacado ese móvil? --- parece ser que era una pregunta retórica, porque no me dejó responder --- trae aquí --- no quería dárselo, algo me decía que lo iba a necesitar, aunque ya tenía móvil. --- No sé para qué te compras uno nuevo sin decírmelo… Ay, ya hablaré contigo de esto.

Me dejó con la boca abierta. ¿Es que los sucesos extraños no iban a parar nunca? Estaba harta de que me pasaran a mí las cosas más raras del mundo.

Me terminé de poner el pijama y guardé la ropa que todavía estaba limpia. Preparé la ropa para el día siguiente y recogí todos mis libros en la mochila. Me metí en la cama esperando a las pesadillas, y esa noche no hubo excepción.

Estaba en el mismo baile de disfraces extravagantes y la misma chica se me acercaba, pero esta vez no se levantó la máscara: llevaba un sobre morado, como el que me había encontrado esa tarde en la puerta de mi casa. Lo abrí pero no había nada escrito en el papel de dentro. Aún así no paraba de darle vueltas hasta que, al levantar la vista, todo era oscuridad. La sala entera había desaparecido y solo estaba yo con el sobre, pero bajé la vista al suelo y también había una máscara. Era la que llevaba la chica que me había dado la carta. Era la de Alex. Cada vez la oscuridad iba desapareciendo y la máscara y el sobre también. Aparecí de nuevo en la sala del baile pero ya nadie llevaba aquellos trajes tan bonitos y con tantos adornos ni las máscaras que les tapaban la cara, ahora se les veía la cara a todos y llevaban ropa de calle. Estaban todos formando un círculo alrededor mí mirando con horror hacia mis pies y alguno me miraba a la cara con expectación. Reconocí a varios chicos de mi clase y de mi curso. Otros no me sonaban mucho, pero me resultaban bastante familiares. Tras el reconocimiento facial, bajé la mirada con curiosidad hacia mis pies, y justo delante de mí había una chica con la cara masacrada. Me acerqué un poco para saber si la conocía y era ella. Alex estaba allí tumbada, delante de mí, y estaba… muerta.

2 comentarios:

  1. OMG!!! Me encanta, quiero más!!

    Jajaja me gusta tu sentido del humor, realmente haces que la lectura sea entretenida.

    Besotes!

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  2. Muy entretenida ia estoy esperando el suiguiente capitulo. Espero que sea igual de chulo q este.
    Estoy esperando...

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