Mis ojos casi se salen de sus órbitas al oír esas tres simples palabritas. Voy a ser sincera, lo primero que se me pasó por la cabeza fue darle con el tenedor en la frente. ¿Podría Heather descubrirnos? ¿Qué pasaría si…? Vale, estaba siendo exagerada, no eran muy importantes esos sueños, por lo menos ahora, y ¿quién sabía si Heather se lo había tomado como un juego o no? Ahora no es el momento de ser pesimista, ahora tengo que ser una amiga… pensé.
Respiré hondo y me dije a mí misma una y otra vez que no iba a pasar nada. La miré con firmeza. Su expresión era extraña. Parecía que realmente se arrepentía de lo que había hecho.
--- ¿Qué te dijo?--- le pregunté con suavidad.
--- Me… me tomó por loca… --- dijo con lágrimas en los ojos, pero no llegó a llorar. --- Creía que estaba bromeando. Me dijo que era una tontería, que todo el mundo tiene sueños extraños. --- Tragó saliva. Se notaba que le costaba un gran trabajo recordar a Heather, su gran amiga, tratándola como a una lunática. En cierto modo, la entendía. Heather llevaba todo el instituto bajándome la moral poco a poco. No tenía mucho ego, así que no debió de costarle demasiado. Sabía lo que era sentirse así. Apoyé mi mano en la suya para que viese que le entendía.
>> Me sentí… destrozada. Creía que ella era mi amiga. Se lo dije para tener a alguien que me dijese ‘’No pasa nada, ya verás como no.’’ … --- Su mano resbaló debajo de la mía y se la apoyó en la frente.--- Salí corriendo hacia mi casa y te llamé.
--- ¿Por qué a mí? --- pregunté inclinando la cabeza hacia ella para poder atisbar sus ojos.
--- No… no estoy segura… era como si algo dentro de mí marcase tu teléfono, no fue para nada voluntario, ni siquiera lo sabía, nunca te lo he pedido… --- soltó una risita nerviosa.
Me quedé pensando. Sabía a qué se refería. Yo también había tenido esa sensación el otro día, cuando salía de clase y quería volver andando a casa… cuando encontré el móvil…
De repente, sonó un pitido del piso de arriba. Noah y yo giramos la cabeza hacia las escaleras. Un escalofrío recorrió mi espalda. Noah me miró con el ceño fruncido y me levanté. Ella me siguió subiendo las escaleras hasta entrar en mi habitación, que se quedó en la puerta. Busqué por todos lados hasta dar con la maldita causa de mis quebraderos de cabeza. Tenía un mensaje.
“D6, D8, I2, I1, Ab”
--- ¿Qué es? --- preguntó Noah acercándose a mí. Le mostré la pantalla. --- Aham… Repito, ¿qué es?
--- No tengo ni la más remota idea… --- contesté bloqueando el móvil. --- Pero tengo hambre, así que ahora mismo, me da igual. ¿Vamos?
Noah asintió con la cabeza agarrándose los codos con las manos y bajamos las escaleras.
Pasó la mitad de la tarde sin que nada más interesante pasase, excepto que gracias a Noah los problemas de química resultasen bastante más sencillos que de costumbre. Estuvimos bastante tiempo en silencio, sin hablar absolutamente de nada. Se hacía tarde y no sabía cómo tenía que hablarle a Noah, así que intenté dejar de pensar y hacer caso de mi instinto, por así decirlo.
--- Noah, no es por nada, pero ¿cómo piensas volver a casa? --- Noah se quedó un rato dubitativa, repasando sus opciones, me dije a mi misma. --- Eooo… ¿Noah?
--- ¿Eh? ¡Oh! Emm… ¿Andando…?
--- Noah, ¿eres tonta o persigues coches aparcados? ¿Cómo vas a ir andando a casa? ¿Sabes lo lejos que vivo de la civilización?
--- Ya pero… un paseo nunca viene mal ¿no?
Después de un rato discutiéndolo, Noah llamó a su madre y la recogió media hora después. Nos había dado tiempo a acabar todos los deberes y a empezar un par de redacciones, así que no me apetecía seguir haciendo nada. Me tumbé exhausta en el sofá y recé por no quedarme dormida. Miré hacia el techo mientras los párpados se cerraban poco a poco y cansinamente. Cada vez que me daba cuenta de que me estaba quedando dormida, parpadeaba rápidamente.
No sé exactamente en qué momento de esos en los que cerraba los ojos me dormí, pero aparecí en un sitio oscuro y frío. Todo estaba borroso aunque se podía distinguir, a duras penas, un tono verdoso en el aire que me rodeaba. Estaba mareaba y tenía la sensación de que me iba hundiendo. De repente, algo me cogió por el pie y una sensación de agobio me recorrió todo el cuerpo. Ahora todo se veía más nítido. Estaba hundiéndome mientras esa garra me arrastraba hacia las profundidades. Las algas que me rodeaban le daban color al agua y me hacían sentir una repugnancia que me provocaba arcadas. O quizás fuese que notaba los pulmones llenos de agua. Una ansiedad que no había experimentado nunca hizo que todas las fuerzas que me quedaban fueron a mis piernas que se impulsaban contra la zarpa que me apresaba. Cuando desistí, me encogí para comprobar si mis manos podían liberarme de esa presión y arañé esa masa viscosa. Miré hacia abajo y vi una mano perfectamente humana pero del color de las algas que se confundía con el fondo, y cuando hice un esfuerzo para ver de dónde salía, comprobé que unos ojos rojos y brillantes, como las luces Stand By adornaban una cabeza de las mismas características de la monstruosidad que me apresaba el pie.
Me levanté sin poder respirar apenas y miré por la ventana. Era bien entrada la noche y seguramente mi madre ya estaba aquí. Me levanté sin hacer ruido para no molestar a mi madre, que seguramente estaba terminando sus gráficas… No paraba de trabajar.
--- ¡Abbie! ¿Ya estás despierta, bella durmiente?